TUTU.
ARTE ARHUACO.
A los ojos de la
academia y la crítica parece que sólo es arte, aquel que habita en los museos,
ocupa los espacios de papel de las enciclopedias, los anaqueles de las
bibliotecas o ahora el espacio virtual de la internet, referenciado como obras
maestras por la crítica especializada y sacralizada. Quedan esas obras de arte
como entidades atemporales e intocables mientras estén respaldadas por quienes
determinan lo que es aceptable, lo correcto, lo valioso y también lo bello,
significativo o vanguardista.
Y para denotar
las expresiones del pensamiento, la simbología y las preocupaciones de los
otros, los que no son del club, se acuñan nuevos términos: folclor y artesanía y
se les adicionó un sentido peyorativo o de rango menor en la escala oficial de
los valores.
La obra de arte
como expresión cultural, como manifestación de una manera de ser y de sentir o
como expresión de la belleza, llega a ser mercancía, valor, medio de inversión
económica, ligado al devenir del artista que la produjo. Si éste se desarrolla
y produce nuevas obras que merezcan resaltarse, el valor de las primeras se
tazará más alto, pero si por el contrario, el autor calla, su obra bajará de
valor y aun más, perderá el que inicialmente recibió y ya no será más
considerada obra de arte y morirá. Perece ser que sólo en la música, los
silencios, forman parte integrante de la obra.
Qué decir
entonces de lo que hoy quiero mostrarles o
sobre las obras que quiero que hoy dirijan su mirada. Nacieron no sé yo
cuándo, ni quién en exaltado momento de
creatividad las concibió y creó. No estoy seguro que esa génesis haya ocurrido
en el lugar, en medio del pueblo y en la fecha cuando a mí me conmovieron: en
la Sierra Nevada de Santa Marta, en 1968 y en medio de la Cultura Arhuaca. Tal
vez no fue así pues, de hecho, iguales grecas y viñetas he visto en otros,
tiempos, en otras latitudes, sobre diferentes soportes.
Pero fue a la
cultura Arhuaca a la que conocí y sigo
reconociendo como el pueblo que ha adoptado estas formas repetidas en los
tejidos de sus mochilas elaboradas con maguey, algodón o lana virgen. Que tiñen
con hojas, raíces o cascaras de vegetales que encuentran en el bosque y luego
cuecen en el fogón guiados por recetes que les dejaron sus ancestros.
A cada diseño le
han adjudicado nombres y encuentran en
ellos una simbología que se a justa a su pensamiento filosófico, a su
cosmogonía y a su proyecto de vida, a su ética y a su concepto de verdad y de
belleza.
Y por años cada
mujer los ha tejido y enseñado a sus hijas y a sus nietas y estas a su
descendencia. El diseño es el mismo, la habilidad y el primor de la técnica con
que es repetido es lo que cambia. En ocasiones cambian los colores o su
disposición y número sobre el diseño básico, que sigue expresando lo mismo: su
código cultural, su concepción del cosmos, de la vida y su correcta marera de
ser vivida.
Son las mochilas libros vivos y ambulantes, escritos
y transcritos por nuevos amanuenses celosos de su fidelidad al texto que desde
la antigüedad fue entregado por sus mayores, por los Padres y Madres primigenios a sus antepasados. Textos cuyo
mensaje sigue siendo oportuno y eficiente, pues se refiere a lo fundamental.
El arte indígena
que hoy nos ocupa, tiene, como el arte universal, un origen sagrado, religioso.
Es el Mamo a sacerdote quien entrega, en su oportunidad las herramientas para
ejecutarlo y enseña. Cómo, a pesar de ser éste la repetición de formas y
diseños inmodificables, en su factura quedará escrita la biografía del
ejecutante. Por ésta razón es que la mochila debe ejecutarse permanentemente.
El arte no es cosa de ocasión, reservado a personajes especiales: Los artistas.
Es la actividad y necesidad de todo miembro de la comunidad y útil en el momento
del rito y la adivinación, de la cura del cuerpo o del alma y es también la
mortaja que los envolverá al ser enterrados para viajar a Chundua, el lugar de
los seres en Alunna, o lo que es lo mismo, seres desencarnados, espirituales.
Una obra de arte
cuya aparente expresión o resultado gráfico es idéntica a otro de hoy, de ayer,
o lo será de otra de mañana, tiene la posibilidad que el experto sacerdote
encuentre en ella, no sólo de leer el aparente ideograma, también lee allí la
vida y el alma de quien la realizara. Ese arte, aparente repetición de formas y
colores, se completa al transforma el alma de quien lo realiza y creo, como
ocurrió en mi caso, también el alma de quienes lo contemplan.
No por lo
anterior deja el arte se ser propicio para la decoración y el embellecimiento.
Su ejecución bella es admirada por los demás y es utilizada para obsequiar a
aquellas personas que merecen particular aprecio.
Pero hemos de
profundizar más en el conocimiento logrado del arte Arhuaco, pues es común que
las mochilas que usan los Mamos – Sacerdotes, personas muy respetadas y
acatadas, sean blancas y desprovistas de diseños. ¿Entrañará en su simbolismo
la idea de máxima claridad, ausencia de oscuridad. La reunión de todas las
longitudes de onda, en suma, el culmen de todo, con que es común que
identifiquemos la deidad: con el resplandor del banco que es luz y solo luz que
integra todos los colores?
La estructura
del arte Arhuaco, explicito en la mochila, instrumento utilitario y cotidiano,
es conmemoración también del útero, el huevo, la casa, la tierra y todo el
universo. En la simplicidad de esta forma ahuecada, abovedada, que acuna, alberga
y reúne al rededor da la fogata, se encierra toda la complejidad de la vida y
la conciencia del tiempo y del espacio. Su estructura construida en espiral
recuerda el acto creador de Serankua, quien danzando con este movimiento
espiral, sedujo a Senekan, la Tierra Negra, la preñó y dio origen a todo lo
creado.
Mi invitación es
a intentar profundizar en el acercamiento al arte de las diferentes culturas
que integran este país pluricultural y a que de manera respetuosa utilicemos
sus logros de formas, estructuras y conceptualizaciones para que comulguemos en
actos creativos, y por qué no, en actos literalmente recreativos, donde
juguemos con nuevas formas, materiales y colores, y juntos celebremos la fiesta
de la vida, sin otra pretensión mayor a la de crear nuevas formas y sistemas de
comunicarnos.
Con esta última
intención es que me he atrevido a mostrar mi manera de jugar con estas formas,
diseños y colores. Realizarla, para mí, ha sido una fiesta y espero que para
ustedes también se convierta en un agradable momento de recreo.
León M.N.
Septiembre 2014.